Por Lilian Castillo
Casa propia hasta en la punta del cerro, es una expresión que a veces se escucha mencionar a aquellos que desean tener una vivienda, sin interesarles que esté alejada de la urbe, porque en ese sector o es difícil porque no hay o porque su costo es elevado.
Otros se arriesgan a construir sin tomar en cuenta la calidad del terreno donde levantarán la casa de sus sueños o sin que exista el terreno suficiente para su nuevo hogar.
¿Por qué se arriesgan?
- Es seguro, no pasa nada.
- Quien no arriesga no gana.
- Bien voy a construir, no hay peligro.
- Muchos construyen así.
Son respuestas de dueños de viviendas que están situadas en sitios poco seguros para habitarlas, no temiendo a la naturaleza y desafiando a la misma.
¿Y si la casa se viene abajo?
- Imposible.
- Difícil.
- Es porque alguien nos hizo daño.
- Es a prueba de todo.
Pero muchas veces lo poco o nada planeado no tiene buenos resultados y se debe perder la inversión. Eso pasó en esta edificación, planeada por algún arquitecto que seguramente tiene conocimientos de la vida, pero poco de la profesión. Decidió invertir lo que tenía sin medir el riesgo, insistiendo en el éxito de su osadía.
Lo importante será tomar en cuenta cosas lógicas, no arriesgarse, no desafiar a la naturaleza y valorando no solamente la vida propia, sino también la de aquellos seres a los que amamos.