Por Lilian Castillo
Nada para a las construcciones. Ni dificultades económicas ni el coronavirus afectó el tema de la construcción en nuestro país, y es que la necesidad de vivienda mayormente en las capitales de departamento son pan de cada día. Basta que dejemos de transitar por algún sector por un determinado tiempo, para cuando volvemos notamos un cambio y es que se levantaron allí una o más construcciones.
¿Pero qué de la seguridad para los transeúntes cuando afanados obreros trabajan en una edificación, preocupados en sus tareas? En algunas construcciones se tienden enormes telas o mallas milimétricas, se colocan calaminas en forma de una flor abierta para que todo lo que caiga accidentalmente se quede allí y no termine sobre algún cristiano que desafortunadamente pase por el lugar. En otros casos, se opta por bloquear la acera para que no circulen las personas.
En las reformas el peligro es el mismo y como transeúntes caminamos por todo lugar, afanados o preocupados, a veces distantes, sin percatarnos que tal vez nuestra seguridad puede estar amenazada.
Si no, recordemos lo que sucedió la primera quincena del mes de octubre por inmediaciones del Ministerio de Salud en la ciudad de La Paz, el edificio estaba siendo refaccionado y para desgracia de un individuo que pasaba por allí, cayó una piedra impactando sobre él provocándole la muerte. Meses antes se vivieron momentos de miedo cuando casi a una cuadra de la Plaza del Estudiante transeúntes y conductores fueron sorprendidos por el desprendimiento de material de las paredes de una edificación que caían causando daño a quienes estaban por ahí.
¿Qué hacer? más allá de pedir normativas o reclamar, tal vez la respuesta sea, estar atentos a todo lo que ocurre en nuestro entorno para no ser sorprendidos con un imprevisto y retornar siempre al hogar, sanos y salvos.