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Piensa Verde (parte I)

Por Cintya Crisner
CEO & Founder CRISNER

Vivimos en un mundo orgánico, muchas veces no tomamos conciencia de lo que esto significa, mantener el equilibrio y el respeto por la tierra, la fauna y la flora se hace extremadamente fundamental e importante, más aún en la era que nos tocó vivir… empecemos por los árboles, en uno de mis viajes a San Francisco California, tuve la maravillosa experiencia de compartir junto a empresarios destacados de Latinoamérica mucho conocimiento enriquecedor, con profesores y científicos de renombre de la Stanford University situada en Palo Alto en pleno Silicón Valley, por donde han pasado 27 premios Nobel.
Entre lo relevante pude percibir cómo se investiga y trabaja en equipos multidisciplinarios, Universidades como Stanford University, Technical University of Denmark, Massachussett Intitutte of Technology o Singularity University entre otras junto con financiadoras y compañías Desarrollistas, generan la innovación presente y futura de nuestro planeta.
En una de las temáticas expuestas por James Elrich, quien es tecnólogo fundador de ReGen Villages, una empresa derivada de la Universidad de Stanford que se da cuenta del futuro de vivir en comunidades regenerativas y resilientes, con un soporte vital crítico de alimentos orgánicos, agua limpia, energía renovable y flujos nutricionales circulares a escala de vecindario. Él es empresario residente en el Proyecto Floreciente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, profesor de la Universidad Singularity, miembro principal del Centro de Investigación Ames de la NASA y designado por la Casa Blanca para Infraestructura Regenerativa. En su análisis científico vimos cómo y cuánto podemos aprender de los bosques para ¡vivir mejor! el concepto combina una variedad de tecnologías innovadoras, tales como hogares de energía positiva, energía renovable, almacenamiento de energía, producción de alimentos orgánicos de alto rendimiento, gestión del agua y los sistemas de conversión de residuos en recursos. Veamos una pequeña parte de esta investigación. Existe una red orgánica que funciona como nuestro internet, las raíces y los hongos se combinan para formar lo que se llama micorriza. Esta palabra proviene de las palabras griegas para hongo (mykós) y raíz (riza). De esta manera, las plantas individuales están unidas entre sí por una red de hifas subterránea. Forman una estructura compleja y colaborativa que se ha conocido como la red del bosque. Se sabe que la relación entre estos hongos y las plantas que conectan empezó hace 450 millones de años.
En el caso de las micorrizas, los hongos desvían el alimento de los árboles, tomando parte del azúcar rico en carbono que producen durante la fotosíntesis. Las plantas, a su vez, obtienen nutrientes como el fósforo y el nitrógeno que los hongos han adquirido del suelo, por medio de enzimas que los árboles no poseen, permitiendo que las plantas puedan comunicarse entre sí, nutrirse y ayudarse, esta red está compuesta por finos hilos de hongos llamado micelios, un estudio realizado por Ren sen Zeng encontró que la interconectividad también permite que las plantas se adviertan mutuamente de daños potenciales, algunas investigaciones sugieren que los insectos y gusanos pueden ser capaces de detectar los intercambios de nutrientes a través de esta red, lo que permite encontrar raíces para alimentarse, la comunicación entre plantas incluyendo las diferentes especies se hace más eficiente y rápida… no pensamos en ello porque solo vemos lo que está por encima del suelo, mientras por debajo a través de los micelios existe una verdadera matrix.
Suzanne Simard, es profesora en la Universidad British Columbia y ella sostiene que un bosque tiene más resiliencia al funcionar como una comunidad, existiendo sinergias entre sus interacciones. Un bosque con conexiones entrelazadas por el suelo, tiene la capacidad de colaborar y ser más fuerte. Se ha demostrado que, además de transferir nutrientes, estos árboles usan la red de micorrizas para enviarse señales de defensa.
La facilitación entre plantas ha sido profundamente estudiada, como por ejemplo, el llamado efecto nodriza, donde un árbol ya establecido propicia a la regeneración, protección contra herbívoros o mayor humedad y materia orgánica. Las interconexiones por el suelo abren un mundo de posibilidades, que promueven la protección del suelo y su microbiología, donde árboles más viejos nutren y fortalecen a las nuevas generaciones.
A los árboles con mayor edad del bosque se los denomina Árboles Madre son parte fundamental de la red. Sus raíces ya establecidas pueden abarcar grandes extensiones, aumentando las potenciales conexiones con hongos micorrízicos y a su vez, con más arboles. Los árboles madre intercambian Co2 y Nitrógeno a árboles que están más pequeños o sin desarrollarse. Y donde los suelos son pobres o hay limitaciones de agua, hasta el 70% de la biomasa de un árbol puede ser subterránea. Esto debe sensibilizarnos para comenzar a percibir lo complejo y dinámico del suelo, y la cantidad de vida que está interactuando bajo el suelo que pisamos, además de lo que conlleva todo el ecosistema por encima de él.
Los árboles madres, almacenan un legado que debería poder ser transferido a los bosques del futuro para la supervivencia de la mayoría de los árboles. Simard afirma que contrario a la teoría de Darwin, en la comunidad de los árboles no sobrevive el más fuerte, sino la mayoría mediante el apoyo de los demás.
¿Te imaginas qué sucede cuando un árbol madre es talado y retirado de su entorno? La afectación es de más de 50 metros a la redonda, todos los árboles más pequeños mueren porque la estructura bajo suelo que lo nutría es devastadoramente afectada, desde el comienzo de nuestra civilización ya hemos perdido la mitad de los árboles que habitaban en nuestro planeta. Pero la deforestación global se ha acelerado en las últimas décadas hasta el punto que cada año se talan más de 15.000 millones de árboles y pone en peligro nuestra existencia y la del planeta a corto plazo. Los bosques son una de las primeras líneas de defensa del planeta contra el cambio climático, dado que absorben hasta el 25% de las emisiones humanas de dióxido de carbono anualmente.
Por medio de la fotosíntesis, los árboles y otras plantas usan el dióxido de carbono, el agua y los rayos solares, para producir energía química que contribuye con su crecimiento, el oxígeno es liberado como un producto secundario. Sin embargo, los bosques se han reducido, al igual que una ya sobrecargada capacidad de la Tierra de lidiar con las emisiones de dióxido de carbono. El bosque actúa como un todo ante la ausencia de alguna de las partes, el organismo podría perder su vitalidad, equilibrio dinámico y resiliencia. Para poder preservar y convivir con los bosques ante un escenario inestable, es fundamental que comencemos a conocerlos por debajo, el suelo es un ente vivo que conecta a los árboles. Con este previo conocimiento, ¿tú estarías dispuesto a concientizarte y buscar otras alternativas de solución para evitar talar un árbol o deforestar los bosques que están quebrando la sostenibilidad de la vida en el tiempo?… Piensa verde y aprendamos de los árboles, ellos saben trabajar en colaboración, por un objetivo en común.

Fuentes:
Stanford University – James Ehrlich
www.endemico.org/como-los-arboles-se-comunican-entre-ellos/

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